Reflexiones.

 Has pensado alguna vez, amigo poeta, que tras haber vomitado un poema, lo lees y te sientes satisfecho, inflamado, aliviado, o cualquier otro sentimiento que te llevó a escribirlo, y lo sientes fuerte y vivo, pero que pasado un tiempo lo vuelves a leer y lo que nos transmite ya no es lo mismo, o tal vez hasta nos provoque un sentimiento de ridiculez o indiferencia? Supongo que no seré el único al que le pasa esto, pero también es cierto que al lector que se asoma a tu poema por primera vez, a ése que sientes ya ajeno y gastado, le produce la extraña sensación de identificarse contigo y con tu texto? Solo por eso, merece la pena seguir escribiendo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bio literaria.

Relato.

"83 segundos" de César González Antón.